¿Sucesión de escalones para crecer?

Pasé buena parte de mi vida creyendo que la ¨sucesión lineal¨ de acontecimientos era necesaria para ¨crecer¨. 

En mi infancia se me representaba claramente cada año a cumplir como una ¨sucesión de casilleros¨, quizás como los de algún juego de mesa, en lo que había que ir avanzando hasta llegar al final. Y en cada casillero se encontrarían las experiencias que ¨por azar a uno le debían tocar¨.

Ser ¨buena¨era parte del plan esperado, y adquirir muchos conocimientos, era sinónimo de inteligencia bien aprovechada y de orgullo destacable. 

Solía admirar a quienes ¨sabían mucho¨ y desparramaban conocimientos por doquier, y sobre todo, a quienes eran hábiles en sus discursos y extrovertidos en su personalidad...

Las demostraciones ¨exteriores¨ eran muy valoradas por mí, ya que por aquel entonces no me imaginaba que había otras opciones.

Cuando hace pocos años empecé a escuchar acerca de las dimensiones en la evolución humana mi mente insistía en la sucesión de etapas a cumplir linealmente... 

Es decir, si estamos en 3° dimensión, para pasar a la 4° (ó 5°) debíamos realizar un listado de acciones y en ¨otro lugar del infinito universo hallaría tal dimensión¨ 

En los últimos días comencé a sentir otra cosa... 

Quizás ponerlo en palabras es un poco (bastante) difícil. 

Igualmente, me arriesgaré a intentarlo.

Ya no soy partidaria de los escalones ni de la sucesión de casilleros, ni mucho menos del lugar espacial en el universo que me asegure un estado de crecimiento espiritual alcanzado, sino a una expansión de la consciencia en donde un ser humano no necesita estar moviéndose en ninguna dirección, sino que una misma situación es percibida de una manera más elevada. 

Reconozco que suena casi lógico y un tanto absurdo volver a plantear esto. 

Incluso miles de personas han explicado sus posturas de una manera más correcta y profunda, lo sé.

Lo que me refiero en esta exposición es que cada situación puede ser vivida optando el modo. 

Pero no sólo a eso me refiero. 

Miremos la siguiente imagen:

Cada color de las líneas podría representar para nosotros distintas maneras de responder ante cada experiencia en la vida. 

Nuestra elección, entonces, podría variar: más alegre, más irónica, más agresiva, más egoísta, más solidaria, etc.  

Pero, además, tendríamos la posibilidad de optar por ¨percibir¨ cada situación desde un ángulo un poco más elevado, sin apegarnos tanto a las emociones que nos generan las situaciones movilizantes de la vida. 

Miremos los círculos que se van formando al final de las líneas, con matices más suaves, se elevan, se ¨desprenden de la experiencia concreta¨ y fluyen más sutiles en comparación a las líneas...

Se mantienen los colores (entiéndase, como expresé anteriormente, que cada color podría representar una manera de reaccionar) pero esos colores son más suaves, no tan arraigados en la experiencia concreta. Y a la vez, al elevarse, no quedarían tan densamente amalgamados a cada situación vivida, sino que ¨percibirían¨ desde una óptica ascendida, tal como lo hace el Alma cuando se desprende del cuerpo al ¨fallecer¨: ¨percibe de otra manera¨...

¿Cómo podríamos saber si ya nos estamos ¨elevando¨ para permitir el crecimiento de nuestro Ser? Pues es muy simple: Si los sentimientos o emociones que estamos reconociendo en nuestro interior son muy intensos y notamos que nuestro Ser perdió su centro o su equilibrio, es porque estamos aún muy anclados a las experiencias concretas y densas... 

En definitiva, si seguimos tan apegados a cada experiencia movilizante, no entenderemos cuál es el significado que necesitamos aprender. Y seguiremos ¨volviendo a este plano¨... repitiendo aprendizajes... una y otra vez... 

Conclusión: 

No es la experiencia en sí la que nos va a enseñar algo, sino que nosotros debiéramos aprender a posicionarnos desde un ángulo más elevado para poder ¨percibir¨ de otra manera, logrando una expansión de consciencia. 

Namasté

Stella Maris

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