Este relato comienza una tarde en la que fui al supermercado a comprar champú.
Mi idea era elegir uno que fuese ¨para cabellos normales¨.
¿¡¿Normales?!?
Sí... NOR-MA-LES, así de simple...
En toda la góndola no había un simple champú para cabellos normales...
Había, en cambio, una gama variada para reparar cabellos dañados, secos, quebradizos, con falta de brillo, puntas abiertas, con frizz, para enrular y para alisar, teñidos, caídos, dañados al extremo... es decir... para solucionar todos los desastres habidos y por haber propios de una cabellera que dejó de ser sana y ¨normal¨...
Mientras me bañaba y utilizaba el champú para ¨reparar daños¨ (ya que el ¨normal fue imposible encontrarlo) pensaba ¿por qué los humanos llegamos al extremo de tener que solucionar un daño... si naturalmente nuestro cabello debiera ser saludable y normal?
El daño lo provocamos nosotros mismos cuando no nos alimentamos en forma sana y natural, o cuando nos exponemos a un agente que nos daña... porque el cabello sólo responde ¨como puede¨ a lo que le ofrecemos... No inventa ni hace ¨magia¨...
Ese día también reflexionaba acerca de otra cuestión, que la relacioné con los champúes, aunque ustedes no le vean el más mínimo vínculo.
Los seres humanos inventamos un arsenal de profesiones con el objeto de ¨reparar daños¨ que los mismos seres humanos causan... tal es el caso de médicos, farmacéuticos, ecologistas, psicólogos, abogados, policías y tantas otras profesiones... Incluso festejamos con bombos y platillos cuando se inaugura un hospital, en lugar de festejar cuando se cierra porque ya no es necesario...
¿Por qué necesitamos que alguien repare el daño o castigue a quien no hace lo correcto? A lo sumo cada profesional pudiera actuar dando consejos cuando la gente lo necesite... Pero ejercer un cargo para ¨reparar o castigar el daño causado¨ ¿no es acaso parte de nuestra infantil conducta muy poco evolucionada?
Si los seres humanos:
* Nos centráramos en nuestro propio Ser, manteniendo permanentemente el equilibrio...
* Viviéramos en comunión con la naturaleza, pero a la vez respetándola...
* Actuáramos conforme al amor incondicional y universal...
Sería totalmente innecesario requerir de un ¨reparador de daños¨...
Lo ¨normal¨ no es tener que reparar daños, aunque en la góndola del supermercado me hicieron creer que sí.
Namasté!
Stella Maris
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