martes, 7 de febrero de 2017

El anciano sabio


Había una vez un anciano sabio que llegó a un pueblo. La gente lo miró como quien inspecciona una muestra bajo el microscopio. 
El hombre no se percató de tal cuestión. 
O quizás sí, pero no le afectó.

De lejos se escuchaban murmullos que denotaban mucho enojo en los habitantes del pueblo. El anciano sabio se encogió de hombros y siguió su camino hasta llegar a una fuente de agua que salpicaba suavemente sus gotas cristalinas a un par de árboles añejos y frondosos. El anciano sabio suspiró y se sentó a descansar.

Los murmullos se oían cada vez más fuertes. Todos los habitantes de ese pueblo estaban indignados pues habían elegido a quien creían que podría ayudar a crecer a ese pueblo, pero quedaron defraudados, pues ese ¨líder¨ se había marchado, llevándose los tesoros que la gente le ofreció para que repartiese en el pueblo.

Ya nadie quería ocupar el cargo de líder por la gran responsabilidad que demandaba. Entonces, sin demasiadas esperanzas, y sin conocerlo, optaron por ofrecer el cargo a ese anciano sabio, y le dijeron: Sea como sea y sin importar los medios, este pueblo debe crecer rápidamente...¨
Y hasta prometieron entregarle gran parte de lo recaudado, a fin de que siga ejerciendo su liderazgo. 

El ¨nuevo elegido¨ explicó a la muchedumbre que sólo podría ocupar el cargo si todo el pueblo obedecía sus órdenes, trabajando día y noche, para obtener dinero a raudales. Hasta llegó a afirmar que quienes se cansaran serían expulsados del pueblo para que sólo queden seleccionados los más aptos. Toda la muchedumbre aceptó tal condición, pues consideraban que la ¨única¨ manera de que el pueblo progrese, estaba en manos de las decisiones de este nuevo ¨líder¨...

Luego de un par de semanas no había habitante que pudiera resistir semejante trabajo sin siquiera tener unos minutos para descansar, por lo que decidieron reunirse y reclamarle al anciano sabio que dejara sin efecto sus decisiones. Él permanecía sentado y tranquilo mientras escuchaba los furiosos gritos llenos de odio.

Al cabo de unas horas, cuando todos se calmaron, los miró pacíficamente y les dijo: 
-Sólo fui un espejo. Ustedes son quienes necesitaron un líder así. Yo simplemente me ubiqué en ese rol, para devolverles lo que pedían ver en mí.

Y les preguntó: 

-¿Para qué necesitan que alguien los dirija? 
¿Para ordenarles lo que ya saben que deben hacer? 
¿Para obligarlos a que hagan lo que no pueden? 
¿Para ayudarlos a ser justos repartiendo lo que tienen? 
¿Acaso podrían perjudicarse entre ustedes si no hay alguien que los controle? 

Cuando eligieron a aquél hombre que huyó, seguramente se dejaron llevar por las promesas y la publicidad que él hizo de sí mismo. 

Pero tengan presente que quien verdaderamente brilla, no necesita hablar de su brillo. Quien tanto grita las cualidades que dice tener, nada de eso posee. ¿Acaso una fruta recién cosechada necesita hacer alarde de sus beneficios?

¡Despierten!

No necesitan ser gobernados por nadie. Pero si no me creen (o si consideran que aún no están preparados para gobernarse a sí mismos)  llegará otro hombre, que, a modo de espejo, se ubicará en el lugar que ustedes mismos le estarán ofreciendo.

Namasté
Stella Maris
 El Anciano Sabio, cuento para escuchar...



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