Cuando estamos prestos a superar obstáculos que nos lastiman el corazón, muchas veces nos convencemos que ya los superamos.
La mente humana ¨niega la verdad¨... para no sufrir.
No tenemos intención de mentirnos a nosotros mismos, sólo deseamos mucho haber llegado a la meta que nos propusimos, y realmente creemos haberlo hecho.
El tiempo cicatriza las heridas... Pero en cuanto volvamos a encontrarnos con situaciones similares a las que nos lastimaron el corazón, recién allí podremos comprobar si realmente ya nos sanamos.
Si alguna vez hemos sentido alguna emoción negativa al relacionarnos con otra persona, sólo podremos comprobar que ya la superamos si en medio de esa relación, logramos sentir un estado de armonía. Si abruptamente dejamos de relacionarnos con esa persona, sin haber tramitado desde nuestro interior la transmutación de emociones, no habremos logrado sanar el alma. Una y otra vez se volverán a repetir esas experiencias, quizás, con situaciones similares.
Por lo tanto, huir o cortar una relación sin tramitar la emoción que nos producía, no es lo más saludable. Pero, si la otra persona es la que decidió partir, debemos respetar su elección, aprendiendo que la libertad es un concepto que también vinimos a aprender.
No estoy aconsejando permanecer eternamente relacionado con alguien que nos lastima, sino que, si hemos decidido partir, antes de hacerlo debemos tramitar nuestras emociones, a fin de no seguir lastimándonos a nosotros mismos, y aprender a reaccionar de una manera más armoniosa.
Antes de encarnar, hicimos acuerdos con cada una de las almas con las que nos encontraríamos en esta vida para aprender a sanar emociones.
Nada es casual. No lo olvidemos: Las almas con las que nos relacionaríamos, las hemos elegido nosotros.
Namasté
Stella Maris
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